Empezamos a enterarnos de sus vidas, llegando a recordar cosas que no habíamos vivido. Supimos lo que era ser una chica y como el serlo te hacía soñar y saber qué colores combinaban bien. Supimos que las chicas eran mujeres disfrazadas que entendían el amor, e incluso la muerte y que nuestro trabajo era hacer el ruido que las fascinaba. Lo sabían todo sobre nosotros, y nosotros nada sobre ellas.
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